Las latas son como las personas, unas son buenas, otras no tanto, unas hablan de amor y otras lo sufren.
En esta ocasión nos encontramos ante una lata, por qué no decirlo, escurridiza. No es habitual ver a una lata monstruosa salir de su guarida para poner un poco de orden en las calles zaragozanas.
El trasiego, el ir y venir de los viandantes han despertado a la bestia que, a pecho descubierto, a tumba abierta, desea poner orden, como diría Francisco Céspedes, en esta vida loca.
Lugar: calle cinco de marzo, Zaragoza.
Ups! No veo la imagen :(
ResponderEliminarA ve si ahora ya se ve bien :C
ResponderEliminar¡Sí! ¡Qué buenaaaa!
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